Revista Cuatrimestral“Conecta Libertad” Recibido (Received): 2021/10/11
Vol. 5, Núm. 3, pp. 73-81 Aceptado (Acepted): 2021/12/15
ISSN 2661-6904
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Introducción
Las enzimas son biomoléculas de naturaleza proteica que aceleran la velocidad de reacción
hasta alcanzar un equilibrio. Constituyen el tipo de proteínas más numeroso y especializado
y, actúan como catalizadores de reacciones químicas específicas en los seres vivos o sistemas
biológicos. Muchas de las enzimas no trabajan solas, se organizan en secuencias, también
llamadas rutas metabólicas, y muchas de ellas tienen la capacidad de regular su actividad
enzimática (Fierro et al., 2017).
Adicionalmente, las enzimas tienen una enorme variedad de funciones dentro de la célula:
degradan azúcares, sintetizan grasas y aminoácidos, copian fielmente la información
genética, participan en el reconocimiento y transmisión de señales del exterior y se encargan
de degradar subproductos tóxicos para la célula, entre muchas otras funciones vitales
(Ramírez, 2013).
Es importante mencionar que, las enzimas son catalizadores poderosos, manipulables y
amigables con el ambiente. En la actualidad, y gracias a los avances en distintos campos de
la ciencia, las enzimas se utilizan en aplicaciones tradicionales, como la industria alimentaria,
comida para ganado, detergentes, textiles, y también en otras áreas que incluyen a la
farmacéutica, la de diagnóstico y la química (Ramírez, 2013).
Guevara et al. (2013), indica que el descubrimiento de la estructura y el mecanismo de
replicación del ADN han permitido el desarrollo de técnicas biomoleculares para su
manipulación. Gracias a estos avances es posible sintetizar proteínas en organismos en los
que no se encuentran de manera natural (sobreexpresión heteróloga). A las proteínas
producidas de esta manera se les conoce como proteínas recombinantes (PR). El
procedimiento para producir una PR consiste en introducir el ADN que codifica para la
proteína de interés en un vector de sobreexpresión (plásmidos, virus, cósmidos).
El tratamiento con enzimas recombinantes es una de las últimas novedades en medicina
estética (Fierro et al., 2017). Se trata de una terapia revolucionaria que se consigue con la
suma de tres enzimas: la lipasa, la colagenasa y la hialuronidasa. La lipasa favorece la
reducción de la capa grasa hipertrófica, la colagenasa ayuda a disolver el tejido fibroso
mediante la disolución del colágeno malo y la eliminación de estas fibras de colágeno
solidificadas, y la ruptura de las células grasas ayuda a relajar el tejido externo, alisando y
mejorando la estructura de la piel. Por su parte, la hialuronidasa incrementa la permeabilidad
dérmica, aumenta el drenaje linfático y el flujo sanguíneo, mejorando la penetración de los
productos enzimáticos en la piel (Duarte et al., 2016).
La hialuronidasa es una enzima soluble, responsable de la degradación enzimática de los
glucosaminoglicanos, hidroliza el ácido hialurónico, rompe los enlaces ß de 1,4-N-
acetilglucosaminidasa, lo que aumenta la permeabilidad de la piel y del tejido conectivo. Se
ha usado de manera terapéutica debido a esta capacidad para reducir la viscosidad de los
fluidos biológicos, incrementar la permeabilidad vascular y hacer que los tejidos sean más
accesibles a ciertos fármacos administrados de forma inyectada, facilitando su absorción;
además, también se ha visto que estimula la angiogénesis.
En este contexto, se han descrito y utilizado en técnicas como la mesoterapia para corregir
los excesos o complicaciones tras la aplicación de geles inyectables con ácido hialurónico;
para incrementar la acción de la anestesia local, en la prevención del riesgo de necrosis en
escleroterapia y por su acción fibrinolítica. Los procesos cicatriciales fibróticos en el adulto
y el retraso en la curación de las heridas se correlacionan con el incremento en la actividad
de hialuronidasas y la remoción de ácido hialurónico.